miércoles, 23 de diciembre de 2009

Navidad

Navidad es nacimiento. Como dicen, el nacimiento de Dios, de la esperanza, de la paz; navidad es nacimiento de ánimos y pensamientos, de luz y de esperanzas. No dudamos en que existen fuerzas externas a cada uno de nosotros y que determinan nuestro ser, nuestro futuro y nuestro presente, fuerzas en las que actuamos y en las que participamos activamente para ayudarlas a dirigirse eficazmente a nuestro bienestar.

Navidad es nacimiento, renovación y conciencia. Sin conciencia no puede haber esa natividad ni ese futuro seguro, ni ese estado lleno de ánimos ni de optimismo.

Encontré un argumento que me pareció maravilloso, versa acerca de lo que deseamos versus lo que necesitamos. A veces nuestros esfuerzos se enfocan en buscar eso que deseamos y lo hacemos con tal fervor y vehemencia que nos extraviamos en obtener dichos deseos. Pero, ¿y lo que necesitamos? ¿En dónde ponemos esa dimensión? Parece ser que olvidamos frecuentemente buscar los satisfactores de las necesidades reales que olvidamos lo esencial. Podemos tener lo que deseamos pero es más difícil obtener lo que necesitamos. Comer, dormir o cualquiera de las funciones fisiológicas elementales suelen estar aseguradas. Sin embargo las crisis, los momentos de angustia, de dolor, las emergencias, los temores, la soledad, nos permiten darnos cuenta que necesitamos compañía, apoyo, apapachos, que necesitamos compartir y compartirnos… solemos abandonarnos a nuestra suerte y buscamos a esas fuerzas externas, fuerzas cuyas leyes trabajan desde dentro de nosotros mismos, desde la unión, desde el apoyo, desde nuestra visión humana.

A todos ustedes, que son el vínculo sagrado de esa fuerza externa, que son la representación de Dios, les agradezco su presencia en mi corazón puesto que son parte de él. Sigamos juntos y no inventemos rencores ni envidias, sigamos siendo leales, nobles y generosos, que todos, sin duda alguna, hemos experimentado el golpe de los problemas y hemos encontrado en quienes amamos y nos aman, el abraso amoroso de la confianza y del apoyo mutuo.

A todos ustedes, mi familia: mi cariño, mi respeto y mi agradecimiento por permitirme estar en su corazón.

lunes, 21 de diciembre de 2009

mi hija en bici





Ayer mi hija aprendió a andar en bicicleta. Primera vez que le enseñaba y lo logró casi de inmediato, aplicó la teoría y la técnica alpie de la letra. Renata es muy disciplinada y aunque estaba un poco asustada, el sentir confianza en su papá sin duda le ayudó mucho. Su hermoso rostro es fascinante y más ayer cuando reflexionó acerca de lo que ella es capaz de hacer. Recién cumplió 6 años y representó un momento importante para mi, el haber podido verla hacer algo tan difícil, tan libre y tan representativo.

Héctor no cabía de la felicidad y se dedicó a motivarla aún más. Fue un trabajo en equipo, en familia. No necesitamos más que nuestro apoyo mutuo. Los amo tanto y lo de la bicicleta es un símbolo más del amor y de la garndeza de mis hijos.