miércoles, 5 de enero de 2011

Los días más importantes de mi vida (fin del 2010)

Creo que los días más importantes en la vida de alguien se quedan grabados, sin duda, en la mente, en la piel, en las emociones de esa persona, pero también de alguien más.


Los días más importantes de mi vida, suelen ser días maravillosos en los que quizá hacía mucho frío o mucho calor, quizá había viento o había lluvia, no recuerdo si nevaba o granizaba o tembló. Lo que sí recuerdo, es por qué esos, son los días más importantes de mi vida.

Pienso que el haber terminado la primaria o la educación básica, no puede ser uno de los días más importantes, puesto que yo estaba obligado a hacerlo, yo tenía que hacerlo, tenía que lograrlo, porque soy una persona inteligente, dedicada y que sabe respetar los procesos naturales de la vida (aunque no haya sido consciente de ello en aquellos tiempos). Haberme casado tampoco fue el momento más importante de mi vida porque fue un acto inconsciente, donde estaba más preocupado por esos procesos, por los dogmas, por los paradigmas sociales que rigen la moral del colectivo. Haber ingresado a la universidad u obtener el título de licenciatura suelen ser días grandiosos y hasta considerados mágicos; para mí no. Y no lo fue porque solo eran trámites en mi proceso, y un trámite requiere que se vayan cumpliendo etapas, así que también el trámite en sí, es un elemento parcial en la conclusión de algo.

Los días más importantes de mi vida quizá no los pueda enumerar, porque simplemente no tengo tantos dedos en las manos para contarlos ni tantas hojas para escribirlos, porque afortunadamente, reconozco que han sido muchos esos días y que han sido vividos de manera intensa y a manera de génesis. Sin embargo, si me preguntaran ¿con cuáles recuerdos te quedarías como los más importantes de tu vida? Yo elegiría los siguientes:

Recordar que siempre he tenido el amor y el apoyo de mi familia, la anunciación maravillosa del nacimiento de mi Toto, el nacimiento de Renata y todo el año 2010.

Hablar de la anunciación de Toto, es como hablar del nacimiento de Dios mismo, que aunque parezca herejía, es simplemente homenaje a Dios agradeciendo sus obsequios y oportunidades. Toto fue un niño tan esperado por mi, tan amado por mi desde antes de su nacimiento y desde antes de haber sido engendrado, que la noticia de su existencia transformó de manera absoluta mi vida y la de mi entorno. Haber visto por primera vez a mi Renata Sofía y haberla cargado momentos después de su nacimiento, volvieron a revolucionar mi existencia, a hacerme nacer de nuevo dotándome de más energía, de más compromiso, de más amor por lo que me rodea y de sabiduría. El año 2010 ha sido el año más intenso, el que ha estado sin duda lleno de cambios en todos los sentidos, no únicamente para mi, si no para el mundo en general. 2010 nos ha permitido experimentar muchas cosas muy importantes en nuestros corazones y en nuestro entendimiento. 2010 lleno de amores intensos, de nacimientos y de muertes, de reconciliaciones y de rupturas, de gozos y de llantos, de amistades y victorias y muestras de afecto; pro sobre todo, de amor, de amores indescriptibles y sublimes, de rupturas de dogmas y ornamentos, de amores sencillos y sinceros, de amores siempre edificantes.

Te conocí, te empecé a amar, te amé mucho y te amé bien (entiéndase la conjugación no en pretérito simple, sino en futuro perfecto). Eso, sin duda es lo que redondeó en este 2010 la idea de la intensidad, la idea de la trascendencia, la idea de la valoración de las cosas, porque así, porque con esto en mi corazón, contigo dentro de mi alma y dentro de mi mente es que puedo pensar claramente, es que puedo observar a mi entorno con ojos más precisos como para que pudiera quedarse la enseñanza de cada día, la enseñanza de cada momento, la muestra colosal del poder Dios sobre nuestras almas. Llegaste a mi vida porque tenías que llagar, tenía que encontrarte y hacer que me encontraras, tenía que meterme en ti y lograr que te metieras en mi, teníamos que experimentarlo todo, todos los procesos normales, lógicos, naturales… mágicos. Y ya estás en mi participando de manera fundamental en mi vida, abarcando la mayor parte de mi (mis hijos son y seguirán siendo todo en mi vida, pero ahora matizados y tocados por tu mano) y tiñendo a mi mundo daltónico de colores que no confunda. Creo que desde anoche soy feliz en plenitud, porque ahora ya tengo las herramientas, porque ahora ya soy consciente, porque ahora ya entendí el poder del amor, el poder de la razón y el poder de combinarlos. El estado perfecto de la felicidad radica en no tener que depender de nadie, radica en poder generar y autogenerarse sin depender de alguien. Tengo todo en el universo, vivo y siento esa armonía y en este momento soy consciente de ello y que en realidad no dependo de ti, sino que estoy en ti y te tengo gracias a ese estado de consciencia, gracias a que soy feliz.

Imposible no tenernos.

Sergio Ángel Guillén León
30 de diciembre de 2010